Nada invade más el desarrollo de la seguridad y la confianza básica, que el vivir bajo ambientes donde el abuso de poder es cotidiano. Crecer en contextos violentos casi siempre produce conductas violentas que van desde la agresión a otros o, hacia sí mismo.

 

Comportamientos delictivos, desórdenes alimenticios, fobias, depresiones, ideas suicidas, abuso de sustancias, ataques de ira, ansiedad, sentimientos de indefensión, poca valía, culpa, incesto, sadismo o abuso sexual pueden ser algunas de las conductas que presentan las víctimas de violencia.

 

Siempre hay formas de romper este círculo y llegar a un camino virtuoso donde se redistribuyan poder, control, amor, protección, arrepentimiento, reparación, perdón, donde la esperanza sea el nuevo protagonista en la vida personal y familiar.